¡Hola!

Mi nombre es Isadora Cruz y soy músico, poeta y loca. Otra expresión de mi ciudad.

violinista acompañante y mucho de todo

Superados los primeros pasos como estudiante de violín, la belleza del instrumento me dio la fuerza de continuar y terminar mis estudios musicales. Mi naturaleza inquieta no me permitió nunca plantearme integrar la sinfónica u otra formación clásica pues no me gustaba la idea de estar todos los días encerrada con las mismas personas tocando partituras a las que nunca se les podría cambiar una nota.

Decidí́ lanzarme como violinista a explorar otros escenarios. Mis primeras oportunidades surgieron de la mano de la Trova. Trabajé como violinista acompañante con diferentes trovadores. Así empecé a crear mis primeras melodías. Adornaban canciones ajenas, pero lo que sonaba venía de mí.

Paralelamente había aprendido a tocar guitarra de forma autodidacta y desde los catorce volcaba todas mis tormentas hormonales y dolores existenciales en metáforas y acordes.

Tuve conciencia muy pronto de la dimensión terapéutica de unir pensamientos y música. Me acompañaban mis creaciones de una manera muy profunda y siempre sentía que algo se resolvía, se exorcizaba por el simple hecho de cantarlo o tocarlo (en el caso de los instrumentales).

compartiendo mi música

En marzo del 2020 me enferme fuertemente de Covid. Las secuelas y el aislamiento prolongado coincidieron con la antesala de mis 40, sumergiéndome en profundas reflexiones sobre la fragilidad de la vida y como los finales nunca vienen solos. Coincidió también con el final definitivo de una relación afectiva sostenida por mi corazón durante años…, con grandes esperanzas.

Nunca sabemos cuánto va a durar el viaje. Para tranquilizarnos nos creemos las estadísticas sobre la esperanza de vida, pero tarde o temprano aprendemos que esta no cabe en ningún pronóstico. Doy gracias por seguir aquí.

En el hospital y con el corazón destrozado, hice una lista de las cosas que sentía me quedaban pendientes si bruscamente se me acabara el tiempo. Hablo de las cosas que quedarían pendientes desde el hacer. Porque desde el ser…la no presencia es una deuda eterna. Para ambas partes me aventuro a decir.

En primer lugar y en grandes letras de neón resaltaron mis canciones y su deseo de ser compartidas. Y así́ están saliendo desde casa para el mundo gracias al ciberespacio, con la intención de que no quede nada por hacer, de que nunca sea tarde y la dicha siempre sea buena.

Como con el violín en los primeros meses, a menudo me pregunto qué hago aquí… Como con el violín…, es algo inevitable.

La Habana, diciembre de 2023

Imágenes

Los momentos imprescindibles.

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